Un oficial austríaco, Franz Tunda, cae prisionero en 1916, durante la primera guerra mundial; y, sin patria, ni destino, ni nombre, es testigo de la revolución rusa. Vive en la granja de un amigo polaco en la inmensa taiga siberiana, y un día, al leer en un periódico viejo que la guerra ha terminado, decide regresar a casa y recuperar el amor de su prometida vienesa.
Irene se despidió de él cuando se marchaba al frente a luchar por su país. Pero han pasado muchos años. Tunda no sabe si encontrará a su querida novia, ni si se acuerda ya de él. Pero lleva su retrato en el pecho.
El camino de Tunda no es el viaje de retorno a un hogar que ya no existe, sino una "fuga sin fin", como indica el título de esta gran obra de Roth. Es una huida desesperada, porque no huye de nada ni de nadie. Incapaz de reconciliarse con su pasado y negar la realidad de su presente, la fuga hacia el futuro es infinita.
Se llevaba algunos periódicos para mantenerse al corriente, pero no creía ni en las noticias ni en los artículos; incluso en los anuncios tenía dudas. (p. 7)
Pero los desaparecidos tienen un atractivo irresistible. A alguien presente se lo traiciona, a un sano o a un enfermo también, en determinadas circunstancias incluso a un muerto. Pero a un desaparecido misteriosamente se lo espera tanto como se puede. (p. 15)
Joseph Roth, Fuga sin fin, 1924
Irene se despidió de él cuando se marchaba al frente a luchar por su país. Pero han pasado muchos años. Tunda no sabe si encontrará a su querida novia, ni si se acuerda ya de él. Pero lleva su retrato en el pecho.
El camino de Tunda no es el viaje de retorno a un hogar que ya no existe, sino una "fuga sin fin", como indica el título de esta gran obra de Roth. Es una huida desesperada, porque no huye de nada ni de nadie. Incapaz de reconciliarse con su pasado y negar la realidad de su presente, la fuga hacia el futuro es infinita.
Se llevaba algunos periódicos para mantenerse al corriente, pero no creía ni en las noticias ni en los artículos; incluso en los anuncios tenía dudas. (p. 7)
Pero los desaparecidos tienen un atractivo irresistible. A alguien presente se lo traiciona, a un sano o a un enfermo también, en determinadas circunstancias incluso a un muerto. Pero a un desaparecido misteriosamente se lo espera tanto como se puede. (p. 15)
Joseph Roth, Fuga sin fin, 1924
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