El salón de mi piso se balancea con las olas del mar. Mis pies están en la cubierta de un barco. Huele a pólvora y a salitre en la madera húmeda. Tiemblan los muebles y los cuadros de las paredes. Retumban los cañonazos ensordecedores y se oyen cada vez más blasfemias y gritos. Casi no se puede respirar. El humo de las detonaciones y las velas ardiendo quema mis ojos de lector. Mi piso se ha convertido en un poderoso navío de setenta y cuatro cañones, llamado Antilla, que se confunde con el resto de la flota franco-española que sucumbió aquel día agónico frente a la superioridad inglesa.
Para el bicentenario de la batalla naval de Trafalgar (21 de octubre de 1805), Pérez-Reverte escribió una novela sobre este hecho histórico que, en el contexto de las guerras napoleónicas, erigió a Inglaterra como la gran potencia naval del mundo moderno. Está escrita desde la perspectiva de los perdedores: el comandante Carlos de la Rocha, un hombre religioso y noble; el guardiamarina Falcó, y el marinero Nicolás Marrajo, reclutado a la fuerza. "Trafalgar es una vergüenza, la mayor bajeza de un político como Godoy, un sinvergüenza que para complacer a Napoleón manda a la muerte a miles de hombres", matiza el autor, "y esto es muy español, el no asumir responsabilidades. La dignidad no la tienen los gobernantes, sino el pueblo que da lecciones de dignidad..."
Tantas madre, piensa el joven pensando en la suya. Tantos hijos, padres, hermanos y esposas que ahora mismo, encaramados en las murallas de Cádiz o en las peñas del cabo Trafalgar, miran hacia el mar, hacia los estampidos lejanos que suenan más allá del horizonte, o están en otra ciudades y pueblos, ignorantes del heroísmo, la cobardía, la locura, la vida o la muerte de aquellos a quienes aman y esperan. De aquellos por quienes en este momento, golpeada por la metralla inglesa sobre el foso del combés, a proa, la campana del Antilla repiquetea una y otra vez, aguda y lúgubre, doblando a muerto. (p.213)
Arturo Pérez-Reverte, Cabo Trafalgar, 2004
Para el bicentenario de la batalla naval de Trafalgar (21 de octubre de 1805), Pérez-Reverte escribió una novela sobre este hecho histórico que, en el contexto de las guerras napoleónicas, erigió a Inglaterra como la gran potencia naval del mundo moderno. Está escrita desde la perspectiva de los perdedores: el comandante Carlos de la Rocha, un hombre religioso y noble; el guardiamarina Falcó, y el marinero Nicolás Marrajo, reclutado a la fuerza. "Trafalgar es una vergüenza, la mayor bajeza de un político como Godoy, un sinvergüenza que para complacer a Napoleón manda a la muerte a miles de hombres", matiza el autor, "y esto es muy español, el no asumir responsabilidades. La dignidad no la tienen los gobernantes, sino el pueblo que da lecciones de dignidad..."
A través de una narración cautivadora, el autor nos lleva al corazón de la acción de la batalla, donde las olas embravecidas y el estruendo de los cañones cobran vida. La trama se centra en el teniente Rogelio Tizón, un joven oficial de la Armada española que se encuentra en medio de la batalla que enfrenta a las flotas combinadas de España y Francia contra la Royal Navy británica.
Pérez-Reverte demuestra su maestría en la recreación histórica, tanto en la descripción de la vida a bordo de los barcos como en la representación de los acontecimientos de la batalla en sí, a parte del desarrollo de los sentimientos de los personajes.
Cabo Trafalgar es una novela absorbente que combina una investigación histórica con una narrativa apasionante para revivir un momento crucial en la historia naval en las aguas de Trafalgar.
Tantas madre, piensa el joven pensando en la suya. Tantos hijos, padres, hermanos y esposas que ahora mismo, encaramados en las murallas de Cádiz o en las peñas del cabo Trafalgar, miran hacia el mar, hacia los estampidos lejanos que suenan más allá del horizonte, o están en otra ciudades y pueblos, ignorantes del heroísmo, la cobardía, la locura, la vida o la muerte de aquellos a quienes aman y esperan. De aquellos por quienes en este momento, golpeada por la metralla inglesa sobre el foso del combés, a proa, la campana del Antilla repiquetea una y otra vez, aguda y lúgubre, doblando a muerto. (p.213)
Arturo Pérez-Reverte, Cabo Trafalgar, 2004
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