LeĂ esta obra cuando tenĂa la edad de los protagonistas, y recuerdo que me impactĂł. Ahora la he releĂdo con calma, y me ha vuelto a tocar el corazĂłn.
Se podrĂa destacar muchas cosas de su lectura, pero me gustarĂa subrayar, en este breve fragmento, su feroz crĂtica a esos profesores mediocres y grises que imponen, con su actitud a la vida, una mala educaciĂłn:
Estoy oyendo la voz cansada y desilusionada de Herr Zimmermann, quien, condenado a enseñar a perpetuidad, habĂa aceptado su destino con triste resignaciĂłn. Era un hombre de rostro cetrino, cuyo cabello, bigote y perilla estaban completamente teñidos de gris. Miraba el mundo a travĂ©s de unos quevedos montados sobre la punta de su nariz, con la expresiĂłn de un perro vagabundo en busca de comida. Aunque probablemente no pasaba de los cincuenta años, a nosotros nos parecĂa que tenĂa ochenta...
(p. 7)
Fred Uhlman, Reencuentro, 1971
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