Ante uno de los más maravillosos cuadros de Rembrandt, El regreso del hijo pródigo, un profesor universitario holandés, Henri J. Nouwen, tuvo una experiencia estética y religiosa que le cambió la vida.
Se pasó horas delante de esta obra de arte del Hermitage, en San Petersburgo, y después escribió este ensayo que hoy recomiendo:
Aquí se desvela el misterio de mi vida. Soy amado en tal manera que soy libre para dejar el hogar. La bendición está allí desde el principio. La he rechazado y sigo rechazándola. Pero el Padre continúa esperándome con los brazos abiertos, preparado para recibirme y susurrarme al oído: "Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco".
Henri J. Nouwen, The return of the prodigal son (1992)
Rembradnt, The return of the prodigal son (1669)
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