La breve novela El lector de Bernhard Schlink narra, en tres partes, la historia de amor imposible entre un adolescente y una mujer adulta en la Alemania del siglo XX.
Los amantes se separan de improvisto; y el reencuentro inesperado se produce en un juicio sobre los imperdonables crímenes del holocausto. Hanna, que en su pasado formó parte de las SS en los campos de concentración nazis, prefiere ir a la cárcel hasta el resto de sus días antes que asumir su condición de analfabeta. En el juicio, uno de los observadores es Michael, un estudiante de Derecho que, precisamente, fue su amante cuando él tenía quince años. Ambos se enfrentan entonces a su pasado.
Los amantes se separan de improvisto; y el reencuentro inesperado se produce en un juicio sobre los imperdonables crímenes del holocausto. Hanna, que en su pasado formó parte de las SS en los campos de concentración nazis, prefiere ir a la cárcel hasta el resto de sus días antes que asumir su condición de analfabeta. En el juicio, uno de los observadores es Michael, un estudiante de Derecho que, precisamente, fue su amante cuando él tenía quince años. Ambos se enfrentan entonces a su pasado.
Las heridas del pasado, la fuerza de la pasión y el amor a la literatura agitan cada página de esta obra tan leída y aplaudida.
No podemos aspirar a comprender lo que en sí es incomprensible, ni tenemos derecho a comparar lo que en sí es incomparable, ni a hacer preguntas, porque el que pregunta, aunque no ponga en duda el honor, si lo hace objeto de comunicación, en lugar de asumirlo como algo ante lo que sólo se puede enmudecer, presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad.
¡Éramos felices! A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo mejor es que la única felicidad verdadera es la que dura para siempre.
Bernhard Schlink, El lector, 1995
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