Cualquier sitio es bueno para vivir si uno está a gusto. Por eso, resulta inútil comparar ciudades o decir que este pueblo es mejor que el otro. Hay gente que ama el barullo de la gran ciudad, y sin embargo, otros preferimos la paz de la montaña. Y, a veces, es bueno moverse y cambiar de aires, saborear nuevos lugares y conocer a personas de otras culturas para escucharlas y aprender.
"Lo que un hombre busca en los placeres es un infinito, y nadie renunciaría nunca a la esperanza de conseguir esta plenitud", dice el poeta en su diario El oficio de vivir.
En este libro, Cesare Pavese narra la historia de unos jóvenes de ciudad que pasan el verano en un pueblo. El tema de las vacaciones en una zona tranquila de Italia, como en su otra obra La playa, parece poco interesante. Pero lo más importante no es la historia en sí, sino la aguda crítica que hace el autor de la sociedad aburguesada italiana de su tiempo.
-Tú estabas mejor en el convento -le decía Pieretto -porque vivías como un soltero.
-Historias -decía el viejo-. Se está bien allí donde se tiene el alma en paz. Y si no, mira cómo engordan los frailes.
-Los hay también delgados.
-Ésos se han equivocado, son gente triste. Fea señal ser santo. No saben estar en compañía.
Cesare Pavese, El diablo sobre las colinas, s. XX
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