
La vida es una "carrera de ratas" donde uno tiene que tener suerte, según Stanley, el protagonista de la obra Un tranvía llamado deseo del dramaturgo Tenessee Williams.
La historia, ambientada en Nueva Orleans, sigue el choque entre dos mundos representados por Blanche DuBois, una mujer sureña venida a menos que huye de su pasado, y Stanley Kowalski, un hombre rudo y dominante que la enfrenta brutalmente.
Los personajes de esta gran obra de teatro son esclavos de sus pasiones, sus miedos y sus dudas. El matrimonio triste del obrero Stanley, hijo de inmigrantes polacos que reniega de su país de origen, con la apocada Stella se tambalea con la llegada de su hermana Blanche, que llega a New Orleans para echar en cara la vida de resignación que lleva Stella.
La obra explora temas como la fragilidad del alma humana, la decadencia del viejo sur estadounidense y la violencia de género. Blanche, atrapada en una ilusión de refinamiento y belleza, se enfrenta a la brutalidad de Stanley, quien despoja su mundo de fantasías con una crudeza insoportable. La tensión entre ambos desemboca en un desenlace desgarrador, que deja al espectador reflexionando sobre la lucha entre la realidad y la ilusión.
Y al final de la obra, una desesperada Blanche, con las máscaras ya en el suelo, pronunciará: "Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños".
¿Sabes qué es la suerte? La suerte consiste en creer que uno tiene suerte. Por ejemplo, en Salerno. Yo creí que tenía suerte. Supuse que de cada cinco, cuatro no saldrían con vida, pero yo sí... Y así fue. De eso hice una regla. Para ir a la cabeza en esta carrera de ratas, uno debe creer que tiene suerte.
Tennessee Williams, A streetcar named desire, 1947
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